Mucha
gente no escucha música simplemente porque no la entiende, ni la siente y hasta
se aburren. Esto nos lleva a plantearnos si la música tiene un significado
preciso. La mayoría de los artistas e incluso aficionados a la música están
convencidos de que la música si tiene un sentido, un significado, una razón de
ser, una intención, un motivo, un fundamento para su existencia; yo estoy de
acuerdo con ellos, pero hay algo más, ¿Cómo nace una obra musical? Antes que
nada tuvo que haber un motivo de inspiración, un impulso creador. Este puede
ser de origen objetivo o subjetivo, emotivo o descriptivo, intuitivo o casual,
consciente o inconsciente, musical o extra musical.
Después
de que este impulso creador a quedado determinado, es necesario que para su
realización y desarrollo deba llevar una coherencia y una lógica interna que
permita descubrir lo que encierra en sí misma una obra musical. Ello obliga a
ir limando los bordes ásperos de la obra, a sublimar las ideas y evolucionar el
tema, a darle movimiento y naturalidad; en fin, a proporcionar una imagen
sonora que haga posible la expresión artística que se quiere crear a través de
la obra musical.
También
es necesario señalar que cada uno de los compositores tiene un estilo propio,
una forma particular de expresión, la cual es ineludible entender. Por ejemplo:
así como en una declaración de amor cada uno de nosotros tiene su propio estilo
y forma de expresarse y sabrá como conducir su conversación para llegar al
punto culminante, creando sus propias formas de expresión y en el estilo que le
es inherente y que considera como el más natural. Así también el artista
musical tiene su estilo y sus propias formas de expresión que se reflejan en
sus obras.
Deducimos
entonces que la música tiene una razón de ser y que posee una motivación, un
impulso creador, que desarrolla un tema con coherencia y lógica y que tiene una
forma de expresarse.
Entonces
para entender la música se necesita: conocer el motivo de la obra musical,
entender su lógica y familiarizarnos con el estilo del autor. No debe olvidarse
que la música es un lenguaje, un medio de expresión y que por tanto cambiará
constantemente con las épocas, los lugares, las culturas, etc., por lo que se
vestirá con diversas galas y ropajes, tendrán matices y particularidades de
acuerdo a los instrumentos musicales con los cuales se realice, así también
será poseedor de elementos sonoros propios. Pero, por encima de ello tendrá en
común un mensaje emotivo, un contenido humano que será importante más o menos
de acuerdo con su calidad artística.
La
música tampoco es patrimonio exclusivo de una época, una raza, un idioma, un
país, ni mucho menos de un partido político o de una cultura particular. Más
bien, la música es patrimonio universal de todos los pueblos, es como el propio
pensamiento humano que aparece ligado al hombre por lazos menos formales y sin
embargo más íntimos como los del sentimiento humano, las manifestaciones del
espíritu y la solidaridad humana que son expresiones universales que
trascienden y que son permanentes.
La
música al igual que las demás bellas artes contribuye a la comunicación humana,
a la trascendencia de una etapa histórica y participa a proporcionar bienestar
y placer al ser humano, además de que aporta su granito de arena en la
transformación social del hombre mismo. Por ello es que estamos conscientes de
que la música y el arte en general, así como la cultura son elementos que
tienen el deber de socializarse, de compartirse por todos; se trata en todo
caso de gozar y disfrutar la creación humana en beneficio del hombre mismo.